No (1)
Acabo de tener una conversación de más de veinte minutos por teléfono. ¡Veinte minutos pegado al teléfono! Y me declaro parcialmente culpable, pues no pude encontrar una manera eficiente de cortar. No sé cómo aminorar el golpe, no tengo las herramientas diplomáticas para decirle a la otra persona «Usted me aburre, sus historias me aburren, cállese de una vez«.
Tolerancia, me dirán muchos. No. La tolerancia no es aguantarse a un imbécil narrando sus andanzas insignificantes. No me importa, no quiero saber nada de usted, al menos no por teléfono. Si no me puede invitar a una cerveza y mirarme a los ojos mientras me cuenta su vida, no me interesa.
Hoy no me gusta la gente. Nunca me ha gustado mucho, pero hoy me gusta todavía menos. Tal vez mañana me cause indiferencia; hoy sólo siento asco.