Nunca por ahora

Odio lo eterno. Odio la idea de algo que no termina nunca, que ha estado y estará ahí siempre. Las sensaciones más intensas son efímeras y volátiles, y por eso son memorables: porque han terminado o terminarán un día. Dejarán de existir, pasarán a habitar el difuso universo del recuerdo. Y aunque a veces ocultarán en su semblante moribundo la posibilidad de volver a existir, ya no estarán más. Al menos no por el momento.

Nada más desprovisto de sentido que una mascota que no muere, un beso que no se acaba, una pieza musical que no alcanza su cadencia final. Desearíamos que las mejores cosas no terminaran nunca, pero si así fuera no serían las mejores: serían el peor de los castigos, como lanzar la misma roca por la misma pendiente por toda la eternidad, aún si la pendiente fuera el vientre de la mujer más hermosa del mundo y la roca, unos dedos extasiados deseando que no termine, nunca, la caída libre.

Pero termina, y el recuerdo reemplaza el éxtasis y la locura, y la añoranza por esas llanuras porosas vuelve a consumirnos haciendo que el universo cobre sentido por un segundo, hasta que el deseo por otro beso eterno detenga la arteria mayor, la que nos empuja a sentir en las profundidades más lúbricas y noctámbulas, la que nos obliga a recordar que todo, inevitablemente, se consume y, un día, muere para siempre.

Entonces sabemos que las mejores cosas solo son eternas mientras duran, y que, después, cuando hayan terminado, ya habrán sido tocadas por la magia mundana de lo efímero. Serán terrenales, prosaicas, vigilantes, y estarán lejos de todo lo eterno y de la eternidad arrogante.

Odio lo eterno. Quiero el dolor que se extingue con el tacto y el contacto, y el placer desbordante que con el tiempo se evapora. Quiero anhelar el éxtasis marchito y volverlo a buscar sin la certeza de encontrarlo. Quiero albergar el miedo de saber que, un día, todo lo que amo dejará de existir. Quiero el abrazo tibio de la muerte en una noche lejana.

Pero no todavía. Hoy quiero tu piel, tu abrazo y tus labios, quiero tu aliento, tu voz y tu cuerpo. Quiero, mujer de lienzo, que te quedes conmigo siempre. Quiero que no me dejes nunca y que nunca, por ahora, te evapores y me dejes.

Imágenes por Óscar Muñoz

Comments
12 Responses to “Nunca por ahora”
  1. Maga dice:

    Genial. Precioso.

  2. MOR dice:

    Me resulto agradable esta lectura, casi ingeniosa; le hace honor a su auto descripción como materialista.

    Lo efímero es fácil. Lo eterno cuesta mucho trabajo.

    Creo q queda mejor expresado en las palabras de un antiguo habitante de la América precolombina: La maldad nunca fue felicidad.

    Me imagino que va a señalar: quién puede definir maldad y felicidad? y reconozco que no es cosa fácil de juzgar, pero sí le puedo decir que mientras la primera se asocia con todo lo que termina, la segunda burla la trampa del tiempo porque no tiene principio de días ni fin de años.

    • Nykolai D. dice:

      Mor, gracias por su comentario.

      Lo eterno me parece más fácil que lo efímero: es una solución inmediata, inmutable, disponible todo el tiempo. Como Dios, esa supuesta solución y razón de ser de los problemas, cuestionamientos, injusticias, bondades y maldades del ser humano.

      Lo efímero, en cambio, exige un esfuerzo importante, que lo eterno excluye por su naturaleza: el de aceptar el final de las cosas. Lo eterno me parece facilista por su postura fantasiosa y alejada de la realidad; lo efímero es exigente por su naturaleza mundana, pragmática, realista.

      Efímero no es sinónimo de insignificante o carencia de profundidad, mientras que, en muchos contextos, lo eterno sí lo es, pues define algo que siempre está allí y que, por lo tanto, no merece ser cuestionado, solo aceptado.

      Por otro lado, creo que la felicidad no es un estado permanente ni un objetivo final. Es la posibilidad de cambio y de renovación. Lo eterno, en contraste, se me representa como la prolongación de la aburrición y la monotonía, y, por lo mismo, la imposibilidad de alcanzar estados cercanos a la «felicidad».

      Por último, creo que la maldad está fuertemente ligada al estancamiento ideológico y moral tan bien representado en el Dios de los cristianos, y, sobre todo, en la Iglesia católica, cuya imposibilidad de renovarse en los últimos diez siglos la ha consolidado como una de las fuentes más abundantes de zozobra, crimen y desidia de la historia de la humanidad.

      Un saludo.
      N.

  3. sofia_sofia dice:

    Me encantó, uno de tus mejores textos definitivamente.

  4. Alias Tropo dice:

    Lo que sí está comprobado, según estudios científicos, es que las personas religiosas (católicas y otras) viven mucho mejor, más plenamente y se acercan más a la felicidad. Es que vivir sin creer en nada, ponerle fe a lo efímero y quedarse en la idea de que estamos vivos por azar es algo muy deprimente y feo. Segun usted, la existencia no tiene sentido, no tiene fin último, vivimos en un universo carente de significado, únicamente somos el producto del caos ciego de una adaptación constante de las especies. Ser un hombre es igual a ser un animal. ¿Qué separación habría?, ¿Para qué escribir en un blog? Yo de usted me suicidaría de una vez por todas.

    • Nykolai D. dice:

      Le sorprenderá saber que razones para vivir tengo de sobra. Y esto sin necesidad de amigos imaginarios ni miedos irracionales, viendo la vida como un azar lleno de caos y al ser humano como un animal raso, en muchos casos el más patético de todos: por ejemplo, cuando le da por acudir a estudios científicos para defender una religión, o cuando solo encuentra razones para vivir siguiendo los pasos de un ser mítico.

      Una de las cosas que me gusta de escribir un blog es que a veces esos patéticos animalillos llamados humanos dan vía libre a su estupidez y se ponen en evidencia a través de algún comentario.

      Un saludo.

    • Boris dice:

      jajaja que delicadeza!

  5. marcos paley dice:

    Estoy contento con tus textos de placer. Ingeniosos, dulces y con la rara habilidad de deslizarse por las ramas sin irse del árbol. No me interesa discutir sobre el contenido porque como bien dices, no faltará el imbécil (perdón..¿tú dijiste imbécil?) que se meta a discutir sobre la validez de estar vivo, lo eterno y en este último caso sobre el muy jocoso miércoles de ceniza.
    Un cálido saludo y comparto tu alegría.

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