Bala para el que no quiera paz

El absurdo es la lógica de Colombia. Miles de colombianos han salido a protestar contra la reforma de la Ley 30, con razón. Su causa es justa y muchos de sus argumentos son válidos. Pero sus manifestaciones han hecho que Bogotá se tranque todavía más de lo normal, impidiendo que miles de bogotanos de estratos uno a cuatro se desplacen en transporte público a sus trabajos y haciendo que decenas de clases sean canceladas en universidades y colegios. Marchemos por nuestro derecho a la educación impidiendo que los estudiantes que quieren estudiar, lo hagan. Exijamos una sociedad más justa impidiendo que los trabajadores que necesitan trabajar para vivir, lo hagan. Así funciona Colombia.

Ahora parece que la reforma no va y que la ministra de educación va a tener que renunciar. Bien por los manifestantes. Sin embargo, para la próxima, humildemente sugiero que se intente perjudicar con las protestas a los congresistas y demás políticos involucrados en la reforma, no a la gente que quiere trabajar y estudiar. Solo una sugerencia.

El absurdo es la lógica de Colombia. Esta semana los medios nos han bombardeado con mensajes de esperanza porque se acerca el final de conflicto armado. Mataron a Alfonso Cano, el líder único de las Farc, la guerrilla está acabada, la paz es un hecho. Así de simples son las cosas.

Algunos mensajes lúcidos han circulado al respecto en las redes sociales. Por ejemplo, ha rotado esta antigua columna de William Ospina que plantea que la muerte de alguien no debería ser motivo de alegría en un país justo, o ésta de Antonio Caballero, que defiende la tesis de que «mientras haya gente que tiene que salir a buscar el desayuno con cuchillo, habrá guerra en Colombia». Pero la lucidez choca con la arraigada lógica de la antilógica a la que nos tienen acostumbrados; la lucidez no es de naturaleza absurda, y por eso en Colombia brilla más por su ausencia.

Esta lógica del absurdo es contaminante y contagiosa. La revista Semana, por ejemplo, uno de los pocos medios que aún realiza (a veces) algunos análisis agudos de la realidad, tituló su última edición impresa «Jaque mate» y afirmó lo siguiente: «Con la caída del máximo líder de las Farc los colombianos pueden ilusionarse, ahora sí, con el fin del conflicto». ¿De verdad? Semejante triunfalismo barato lo habría esperado de la boca del presidente. Y de hecho, así ha sido: Santos lleva varios días babeando un triunfalismo que resulta casi doloroso de lo ridículo.

Sin embargo, si uno lo piensa, el triunfalismo de Santos es lógico porque es absurdo. Así funciona Colombia: vamos a lograr la paz a las buenas o a las malas, y el que no esté de acuerdo será fusilado porque éste es un país pacífico. El final de conflicto está cerca, esta semana ya matamos al hijueputa de Cano y pronto vamos a matar a los que faltan. Viva la patria, mueran los insurgentes, viva la paz. Y al que no le guste, que corra.

Mientras tanto, la carrera por el país del mundo con mayores niveles de desigualdad sigue su curso. Colombia ha escalado posiciones y ahora solo es superado por Haití y Angola. Medalla de bronce en desigualdad, un logro solo comparable al desempeño de los deportistas colombianos en los Panamericanos, ¡esos gloriosos deportistas! muchos de los cuales viven en casas de hojalata. Pero la desigualdad qué va a tener que ver con el conflicto armado, todos saben que para alcanzar la paz hay que seguir matando guerrilleros, únicos responsables de la miseria y el secuestro en el país.

Ya que viene al caso, debería organizarse una protesta en contra del secuestro, echándoles piedra a los familiares de los secuestrados. Suena un poco absurdo, pero qué hacemos: así funciona Colombia.

Información adicional:
Desigualdad y democracia en Colombia, columna de Rodrigo Uprimny.

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Imágenes:
Charly Villarreal

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6 Responses to “Bala para el que no quiera paz”
  1. Estimado amigo, estoy de acuerdo tanto en lo del absurdo como en lo de las protestas, no tanto así en la parte del conflicto armado.

    Dentro de lo simple que se vuelve doloroso de lo ridículo, en el país no hay mejor ejemplo que el del conflicto armado. Por un lado todos quieren acabar con la guerra y los pacifistas se llenan la boca pidiendo el cese del fuego, algo que resulta no sólo no es posible sino tampoco deseable.

    No es que yo quiera que maten a todos los guerrilleros. Es que ellos son un grupo criminal y el Estado tiene la obligación de perseguirlos y si oponen resistencia (como el anillo de seguridad de Cano, que terminó en la muerte de ese cabecilla), pues toca por las armas. Triste, pero es la función del ejército y lo que establece la Constitución. Por tanto la tesis sobresimplificada de que todos (ejército, paras, guerrilla et al) bajen las armas al tiempo es absurda, porque es poner al mismo nivel a un órgano establecido -mal que bien- legítima y democráticamente por la Constituyente con organizaciones criminales que debe combatir.

    A pesar de esto, (en ese festival del absurdo que es Colombia, Banana Republic) asistimos a la premiación de la conducta delictiva, concediéndoles penas irrisorias, y tendiéndoles siempre la mano (como pone de manifiesto su artículo, de que siempre salen a decir que es hora del diálogo).

    Dialogar con terroristas no funciona, como lo dejó claro la farcopolítica administración Pastrana. Esto seguirá siendo así -y sólo quedará la guerra, ese ‘fratricida’ camino que establece la Constitución- mientras se sigan lucrando del negocio de la droga, que lo seguirán haciendo mientras esta siga siendo ilegal. (En pocas palabras, no hay traqueto que vaya a cambiar su opulenta vida -así sea en la selva- y sus lujitos burgueses -a pesar del discurso comunistoide- por una celda, ni siquiera si es una casa por cárcel.)

    La salida armada del conflicto es la única salida del conflicto e ilusionarse con procesos de paz, resulta absurdo, que vendría a ser lo propio dentro de la tradición del país.

    Un cordial saludo,

    -D

    • fedayin dice:

      Tipico bobo de derecha de Bogotá(aunque la inmensa mayoria es de derecha), bala ,plomo, telebobelas, seguro le gustan los videojuegos tipo «call if duty» y todas esas mierdas que hacen apologia a la muerte..triste. A menos que sea un insaciable feudalista-latifundista-gamonal que este protegiendo su pedacito(miles de hecatareas) de terrenito, con unos cuantos «guachimanes» es si bien armados, con dotes y buen manejo de motosierras, hornos cremaorios, etc. de toda esa indiamenta fea, negros , patipelaos que huelen a monte(nuestros campesinos, grupos indigenas y negritudes)que no hacen nada solo tiene esa mata e platano y yuca pa su comida……
      Continua con tu labor de hacer entrar en razon(razon de paz) a toda la ralea de esa cochina y caotica Tabogo.

    • Nykolai D. dice:

      Amigo David,

      Me llama la atención que una persona como ud, de pensamiento independiente y escéptico, parta de la premisa de que el Estado y el ejército colombianos merecen confianza, y que use el desagradable término «terroristas», acuñado por Bush luego del 9-11 y prostituido por Uribe en sus ocho años de gobierno, para referirse a los insurgentes. Ahora, tiene razón en una cosa: la guerrilla no puede ser vista como víctima y es cierto que es una fuente de terror para el pueblo… pero en Colombia también son fuente de terror el Estado, el ejército, los antiguos paras y las nuevas bacrim. «Terroristas» aquí son casi todos los actores del conflicto.

      No creo que la solución sea el diálogo ni los procesos de paz, ni tampoco creo que sean las armas. De hecho, si me lo pregunta, no creo que haya solución al conflicto armado, al menos no a corto plazo, pues, para mí, la guerra en Colombia tiene su origen en la desigualdad creciente, la falta de educación y la pobre distribución de tierras, y, en general, de riquezas.Y ninguna de estas tres cosas se soluciona ni con diálogo ni con desmovilizaciones ni con bala (de hecho, no sé bien cuál es la solución).

      Por eso me parece irresponsable que Semana sugiera que el final de conflicto se acerca, y que Santos asegure que su gobierno logrará la paz «por las buenas o por las malas» mientras se masturba triunfal con el cadáver de Cano.

      Un saludo para ud, sígase pasando.

      • Nicolás,

        Yo no digo que se deba confiar en el Estado y el ejército. Digo que es su obligación constitucional defendernos (¿qué tan godo sonará exigir el cumplimiento de la ley al Estado?).

        El término «terrorista» se lo aplico a quien siembra terror en la población civil y ciertamente lo son tanto los paramilitares como los guerrilleros. El término ya se usaba antes del 11-S y no hallo razón para no usarlo. No me da miedo coincidir con Bush o Uribe en la terminología: ellos tienen suerte de, para variar, haber llamado algo por su nombre.

        Coincido con usted: no le veo solución a esta vaina. Para mí, la guerra y el conflicto se prolongarán todo el tiempo que la droga esté prohibida, pues es lo que hace que la guerrilla tenga tan buenos dividendos (y es el motivo por el que no me parece adecuado seguirlos llamando de izquierda. Un narcotraficante que quiere mantener su ‘calidad de vida’ por medio de un ejército particular, cuyas condiciones asemejan el más retrógrado latifundismo es el colmo de la ultraderecha: feudalismo+neoliberalismo).

        Mientras tanto, siempre le exigiré al Estado que se ciña a la ley y esta es asegurar nuestra seguridad aún recurriendo -y se está facultado y obligado constitucionalmente- a utilizar las Fuerzas Armadas. Por supuesto, así como en mi nombre y en el de esa seguridad se han cometido delitos atroces, como los falsos positivos y eso me ha indignado y no se lo acepto al Estado, de la misma manera le exijo que cumpla con su deber.

        Ahora, me permito repetir la pregunta: ¿no son acaso las leyes con penas irrisorias para violadores del DIH un premio al comportamiento criminal? Porque no conozco ninguna propuesta de «dialogar con terroristas» -y todas sus semejantes- que no sea con leyes para favorecer delincuentes o con absurdos como los del Caguán (que por cierto, entregar parte del territorio nacional constituye una traición a la patria -que no es que el patriotismo sea lo mío, pero yo tampoco inventé el Código Penal ni la comprensión moderna de ‘nación’-).

        En cambio, en los casos de Perú y Sri Lanka se ha acabado con el terrorismo por medio de las armas (y no, no quiero justificar las violaciones a DDHH de la población que cometió Fujimori. Yo quiero el éxito que tuvo él para acabar con Sendero Luminoso -su obligación como cabeza del Estado- sin desmedro de las libertades civiles).

        Ciertamente hay que hacer concesiones para la paz. Muchos están dispuestos a ignorar todos los secuestros, las minas anti persona, los asesinatos y yo creo que las concesiones más bien deben venir de parte de quien está en la ilegalidad y no de aquellos que hemos sido víctimas de su desafortunada elección de tomar las armas.

        Un saludo, mi amigo,

        -D

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