Háblame

Hay arte que impacta porque provoca. Andrés Serrano, por ejemplo, tiene una serie de fotografías que a primera vista aparecen como una suma de tonalidades y texturas abstractas. Si uno se acerca y mira con atención, descubre que entre los colores se filtran burbujitas de aire o remolinos de líquidos acuosos y aceitosos. Luego uno se aleja y vuelve a encontrarse con una amalgama de llanuras y montañas extrañamente atractivas escondiendo tras su imagen incierta algo conocido, tal vez perturbador. Entonces lee el título de la obra y ésta acaba de tomar sentido.

Semen & Blood II

Esta misma serie contiene una de sus fotografías más famosas, de un crucifijo flotando en una luminosa atmósfera de naranjas y amarillos. La imagen causó revuelo en su momento por lo que sugiere el título, si bien, en mi opnión, depicta uno de los símbolos visualmente más desagradables de la religión católica de una manera bastante estética. Si algún día me decidiera por colgar un crucifijo en mi casa, tendría que ser del estilo de esta hermosa fotografía.

Piss Christ

Andrés Serrano tiene otras fotografías mucho más explícitas, mucho más gráficas, que merecerían entrar en el debate sobre qué llega a ser «demasiado» en el arte. Sin embargo, nadie se atrevería a cuestionar la calidad técnica de su obra ni su complejidad conceptual. La discusión es más del corte de «me gusta o no me gusta», pues las obras, por sí mismas, ya dicen mucho.

Por otro lado, hay arte diseñado para impactar pero que dice muy poco, y que a veces se alimenta de escándalos fortuitos salidos de la ignorancia más prosaica, ésa inducida por una presunción de rectitud moral.

Estoy hablando de Orlan, la artista francesa contemporánea que actualmente está exponiendo algunas fotografías en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. A pesar de ser una artista reconocida por la élite intelectual del arte, las imágenes elegidas para la exposición carecen, a mi parecer, de atractivo estético y de interés conceptual. Orlan tiene muchas otras obras que merecen ser estudiadas: performance, video, instalación, otras fotografías. Esta mujer ha llegado al extremo de intervenir su propio cuerpo a través de cirugías plásticas en función de consolidar su discurso artístico. Además, su postura fuertemente feminista tiene mucho que decir y da mucho de qué hablar. Pero lastimosamente, nada de eso estuvo en la exposición de Bogotá. Lo que trajeron me pareció pobre y aburrido, y permaneció en silencio todo el tiempo.

En el piso de abajo del mismo museo está exponiendo otra francesa, Hélène Le Drogou, una serie de basuras (en sentido tanto literal como figurado) bajo el título «Isla del agua». La exposición intenta darle voz nueva a la gastadísima frase de cajón «Salvemos el planeta» por medio de una ensalada de horribles fotomontajes, esculturas de culebras plásticas, botellas desechables coloreadas y músicas étnicas anacrónicas. Basura pura y dura, si me lo preguntan, con un mensaje ecológico (hoy en día todo lo ecológico es visto como bueno) que a mí, sin embargo, no me dijo absolutamente nada.

Por último, hay arte que impacta y provoca con su sola fuerza expresiva, con su enorme poder visual. Tal es el caso de las pinturas de Débora Arango, muchas de las cuales están siendo mostradas actualmente en el Museo Nacional de Bogotá. Y no son solo pinturas de mujeres, como suele pensarse de esta artista antioqueña que nació en 1907 y murió en el 2005. Son acuarelas y óleos sobre muchos temas: eventos políticos de la historia de Colombia, representaciones de personajes de las instituciones militar y clerical, retratos de personas de distintas esferas sociales. Estar en la presencia de cuadros así es suficiente para sentir intensamente; para salir agotado de tanto sentir.

Y bueno, el que quiera lanzarse a analizar qué quiso decir Débora con tal o cual pincelada o por medio de tal o cual temática representada, encontrará material de sobra para esculpir su discurso. Pero una exposición así es mejor verla en silencio, porque las pinturas no paran de gritar. Mejor tratar de escucharlas.

La República

Familia

Sin título

Junta militar

Monje

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Pinturas de Débora Arango extraídas del libro:
Yo fui pintando lo que fui viendo, relato de un país por Débora Arango. Ediciones MAMM, Medellín. 2010.

Imágenes de Andrés Serrano extraídas de aquí.

Comments
One Response to “Háblame”
  1. Luis Mira dice:

    Yo vi la exposición de Orlan en Medellín y algunos videos mostrando la intervención quirúrgica mientras leía o hacía cosas del diario vivir me parecieron un poco tormentosos, aunque no dejó de generarme curiosidad sobre su obra.
    Muy buen material el de Débora Arango, tal y como dice su descripción su obra grita.

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