HOYNOESTOYMUERTO

Al despertar lo primero que veo es tu gesto penetrante de niña dormida. Estás acostada de medio lado con la cara sobre el borde de la almohada y tus labios a punto de resbalar y salir corriendo por el colchón hasta los míos. Escondes la mano izquierda bajo la mejilla. Tus pómulos brillan, tu piel está caliente y levemente enrojecida. Tienes un semblante hermoso, puedo ver tu ojo cuadrado imaginándome desde el otro mundo.

Estiro la mano y acaricio tu pelo. Resbalo mis dedos por tu frente, tu mejilla, tus labios rosados, trazando el contorno de tu cuello hasta llegar a tu pecho. Tienes los senos más firmes y blancos que jamás haya visto. No puedo más que tocarlos con sutileza, como si un holograma de arena amenazara con pixelar el sueño con su aliento volátil. Te estremeces con ternura y abres los ojos, esos ojos que me llevan al borde de la locura, ojos de cristal verde y agua clara de botella plástica.

Permaneces inmóvil, ahora bocabajo, con la rodilla izquierda levemente doblada mientras la derecha le da vueltas al recinto con un abrazo de calamar algorítmico. Descansas ambos brazos del lado izquierdo del tronco y tus senos se besan con mesura. Me deslizo por tu espalda y penetro tus entrañas como un troyano benigno, me elevo hasta el techo y beso tu boca húmeda en la pantalla azul. ¿Desea apretar la nalga izquierda? Aceptar, cancelar, aceptar. Tu cuerpo es perfecto, quiero guardarme en tus curvas magnéticas, la resolución de tu sexo, los cuadrantes de tus vellos y el archivo de tu voz.

Ahora debo levantarme. Más tarde digitaré nuevas historias en la pista atlética de tu zona lumbar, mi mujer de cuarzo y diamante, para que no salgas nunca de mi memoria, para que me patentes y me agregues a tus favoritos, mi niña binaria, mi mujer de viento, mi muñeca en ataúd con tecnología android.

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Imágenes:
Julia Fullerton-Batten