Colombia no es pasión
Colombia es pasión lo está invadiendo todo. 225.000 resultados en Google, artículos en línea, videos en Youtube, grupos en Facebook, fotos en Flickr, blogs, exposiciones en Nueva York, canciones… Pero más allá de su carácter de fenómeno mediático, me llama la atención esa especie de lealtad ciega que este pegajoso eslogan ha ido induciendo en individuos y colectividades. Colombia es pasión se ha convertido en la frase insigne de un grupo de gente que se dice optimista y realista ―sin reconocer el oxímoron en el que incurren― que además no tolera ningún comentario que critique su punto de vista.
Pero primero, ¿qué es Colombia es pasión?
El sitio web de la marca responde a esta pregunta así:
«Colombia es un país con grandes oportunidades cuyos innegables logros durante los últimos años en materia de seguridad, desarrollo económico y social, inversión extranjera, comercio exterior y turismo aún no son percibidos en su verdadera dimensión en el exterior.
“Colombia es Pasión es una estrategia diseñada para dar a conocer la realidad de un país, que a pesar de sus muchos problemas, es hoy distinta de aquella que por una equivocada percepción en el ámbito internacional, le niega al país diversas oportunidades e ingresos por concepto de turismo, inversión extranjera y exportaciones.»
Si se lee con atención, salta a la vista que Colombia es pasión no es más que un grupo corporativo buscando beneficiar a una serie de empresas del sector privado, potenciando su crecimiento y productividad económica. Su discurso, como cualquier marca publicitaria, es emotivo y persuasivo, pero sobre todo, es falso. Y esto es lógico, porque su objetivo es vender. No discuto la importancia de impulsar la industria colombiana, pero seamos claros: la percepción de la realidad no siempre es la equivocada. El país no está bien y por el hecho de mostrar su “cara amable” no va a dejar de haber problemas.
Ahora, ellos dicen:
«Buscamos transformar los paradigmas que existen (…) con el propósito de que se nos valore por lo que realmente somos,» con miras a «lograr que la información que se publica sobre Colombia en el exterior sea cada vez más positiva y cercana a la realidad.”
Presumir que la información que se publica sea positiva y cercana a la realidad al mismo tiempo es un absurdo, casi una contradicción. No podemos pedir que «se nos valore por lo que realmente somos» si ignoramos los conflictos y dificultades que atraviesa el país actualmente. Colombia tiene una historia y una realidad complejas, que no pueden reducirse a frases empalagosas y deliberadamente optimistas. Esto solo contribuye a aumentar la intolerancia entre los mismos colombianos al hablar de su país. Por ejemplo, he visto en muchos blogs la frase: «pues si no le gusta Colombia, váyase,» como reacción ante una crítica o un comentario negativo. He aquí una muestra de la estupidez que induce esa postura nacionalista descerebrada, tan parecida a la estupidez de la religión.
Ahora, tampoco estoy de acuerdo con la gente que raja indiscriminadamente de Colombia: quien solo ve problemas es tan imbécil como el que ve solo bondades. Pero hay que abrir los oídos un poco, ¿o es que no se puede hablar de la realidad sin ofender la sensibilidad babeante de algún patriota?
Colombia es pasión no es un grupo de seres humanos altruistas buscando desinteresadamente mejorar la imagen del país en el extranjero. Es una estrategia corporativa con un objetivo claro: producir dinero. Ellos mismos lo dicen: «como consecuencia de una equivocada percepción, el país deja de recibir millones de dólares». Abramos los ojos, veamos las cosas por lo que son.
Además, dejando a un lado las consecuencias de inversión extranjera y exportaciones que esta mala imagen genera, ¿qué nos importa lo que piensen de nosotros por fuera? He conocido extranjeros a quienes les encanta Colombia, que saben mucho más de su historia y cultura que muchos colombianos vestidos de patriotismo. Personas que no se creen todo lo que escuchan, que se informan por su propia cuenta y, si así lo desean, visitan el país. Bienvenidos sean estos individuos pensantes. Al que le dé miedo venir a Colombia, puede guardarse su plata y quedarse escondido en su casa de cristal de verdades convenientes.
Y ojalá que los colombianos que se ofenden cuando alguien les dice que las cosas no van bien, salgan de la suya.
Imágenes:
Rossina Bossio, La cumbiambera (2010)
Laughing Squid
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[…] me gusta el nacionalismo absurdo que se ha apoderado de los medios más influyentes de Colombia en la última década… un […]
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[…] de que éstos sean acuchillados por las barras bravas del equipo perdedor. Porque, como el fútbol, Colombia es pasión, y si no pregúntenle a Juanes, que cree que tocando su música de tres pesos en la comuna trece de […]
Muy buen artículo. No conozco mucho de filología en español, pero me gustan mucho las palabras que se usan aca, es convenientemente corto, pues no mucha gente se dedica a leer y podría perderse el sentido, me encargaré de mostrarselo a mas personas.
nicolas, grax por pasarse por mi blog y leer la opinion compartida que tengo respecto a la campaña de colombia es pasion… lo importante -creo yo- es no quedarse en pocisiones dogmaticas q impidan su cuestionamiento.. un pais se leva en la sangre y se ama con contradicciones, aciertos, desaciertos, lugares y no-lugares… finalmente creo que estas estrategias siempre buscan el lucro de un sector -turismo, industrias, etc- , de lo contrario no negaria verdades evidentes como el conflicto interno o la fuerte brecha social y economica…un abrazo desde la colombia que lucha y no se niega
Que bien defines la realidad de esta situacion. Una campaña mediatica que aunque intenta mostrar un lado amable de Colombia y que aumenta los logros de los colombianos como gente pujante y capaz, esconde tras de si un negocio que solo beneficia a pocos, o es alcaso esta publicidad apoyando a las clases con menor ingreso?? No!! Ellos igual estan percibiendo dinero… negocio es negocio… y este no deja de ser una campaña aumentando el patriotismo de adolecentes o gente que se siente identificada pero que no ve el trasfondo.